... y quise ser simpático mostrando mi mejor sonrisa, (uno ha de serlo cuando hay dinero y prestigio en juego, y su galería es un buen lugar donde exponer) mientras intentaba mirar su escote disimuladamente. Era elegante y olía bien, y eso es mas que suficiente para que sienta algo quemándome por dentro.
Me dijo que el arte es un arma para luchar contra la barbarie, y yo sonreía pensando en arrancarla la ropa, en romper sus bragas y lamer su sexo que tenía que ser tan dulce como una fruta. Citó a un filósofo francés cuyo nombre es dificil pronunciar, y hablaba de cómo el artista es un intermediario entre los hombres y Dios, como un Chamán. Pero ella olía a Chanel y vestía ropa cara y yo pensaba: quiero atarte a mi cama y hacerte mía tantas veces como quiera.
Porque los bárbaros son los que pagan, señora, son a los que hacemos reir, a los que ofrecemos una decoración para sus hogares, a los que hacemos olvidar cuanto cuesta la barbarie.
P.D.: (A Begoña, con cariño, al menos en su galería me trataron con respeto).
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Luís.
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