Dice el Pichi, un chaval de mi barrio, que cada día cree más en el fracaso del lenguaje, en la imposibilidad de aferrar la realidad mediante su uso. Eso y que casi siempre se aburre mortalmente hablando con la gente, porque se da cuenta que el lenguaje es usado como proyección, como el principio de un acto que no se lleva a cabo, pero que consuela al hablante creando la falsa sensación de que ha hecho o va a hacer algo.
Y me dice que su poesia tiende al silencio (el también escribe poesía, en mi barrio somos todos poetas). Y que cada vez tiene menos que decir, menos palabras que usar. Y que su obra poética llegará a su punto mas alto cuando sienta la necesidad de no escribir más.
Yo le digo: -No te preocupes, Pichi. Rimbaud nos lleva ventaja. Solo nos falta empezar a traficar con marfil y armas, viajar lejos, hablar menos, poco,... nada.
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Luís.
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