martes, 8 de mayo de 2012

Anécdota poética (Real como la vida misma)


Aquí, al que esto escribe no le queda mas remedio que buscarse la vida en un país extranjero trabajando de lo que sea, porque esto de la poesía y el arte no da beneficios económicos (Y a veces dudo si espirituales).
Total que pin y pan estoy estudiando algo que me permita ganar dinero y que no me desagrade, y para ello qué mejor que hacerlo en una biblioteca de esas donde la gente está en silencio y hay muchos libros a tu alrededor.

Tengo la suerte de tener no muy lejos de casa una biblioteca dedicada única y exclusivamente a la poesía. Total; me planto allí este Sábado con mi chandal (Porque los Sábados me gusta ir en chandal y porque es más cómodo para montar en bici), entro por la puerta y ya noto miradas por parte de los empleados. Elijo unos cuantos libros de poesía al azar, como suelo hacer cada vez que voy, y leo poesía, escribo unos versos, saco mis libros de "Materia-no-relacionada-con-la-poesía-tengo-que-vivir-de-algo" y estudio, hago todo esto a la vez.

Tras una hora mas o menos se acerca el empleado y me dice (con cara de tonto):

- Aquí solo se puede estudiar poesía-
-Si- digo- eso estoy haciendo- convencido porque era verdad.
-No me lo parece- dice, con más cara de tonto aún y un tono de desprecio que me resultó insultante. - Te tienes que ir-

Me quedé de piedra, intento hablar con sus compañeras en mi inglés, que si ya de por sí es malo, estando enfadado y bloqueado por lo estúpido de la situación es peor aún, y me dicen que las normas son las normas. 
Pienso si merece la pena montar una escena, pero no va conmigo, además llaman a los de seguridad en un segundo y no me apetece amargarme más el Sábado.
Les pido una carta de quejas y me dicen que no hay, me dan el e-mail de su superior.

Escribo una queja a su coordinador y todavía no me ha contestado.


Y mi padre, medio en broma medio en serio, siempre me pregunta:
-Pero hijo-¿Tú para que has ido allí?



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Luís.



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