Ayer fui al circo y olvidé el pan.
Ayer miré con malas intenciones, o buenas, según quién, dónde, cómo y cuando, a las madres de esos niños que aplaudían y gritaban.
A los padres los miré, pero menos.
El hambre, con circo, no es menos hambre, es diferente.
Y si no, que se lo digan al dueño del chiringuito, que hizo el Agosto, nunca mejor dicho.
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Luïs.
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