martes, 7 de diciembre de 2010

Historieta (con reflexión incluida)

            Este Domingo pasado decidí ir a la Saatchi gallery para ver que se cocía por allí, no porque sea gratis y no tenga un pavo para ir al cine y ver una peli de esas que te cuestan 10 libras.
Entro y patatín... patatán, uy que catalogo tan chulo,- Son 2 libras-  ... -Ah! Gracias, gracias,... solo estaba mirando...-
            La exposición principal: "British Art now", es decir; la joven generación de artistas británicos intentando demostrar que lo que hacen mola, o es cool, o es lo último de lo último. Pero a mí, que cada día soy mas dificil de sorprender en estos ámbitos, me dejó frío. Otros con mas mala baba fruto del apego a la tierra y las manos ornamentadas con callos de manejar el azadón dirían: - pero que mierda mas gorda es esta?  Yo, que soy un cosmopolita bohemio y que vive en zona 1 simplemente dije: - puf, menos mal que es gratis-.
            El hecho:  Recorriendo las salas llegué a una donde se exhiben obras de escuelas de toda Inglaterra.  Esta vez el tema giraba en torno al libro de ¨Alicia en el país de las maravillas¨. Y aquí ví que la verdadera generación de artistas británicos están en los colegios y apenas llegan a los 12 años. Había unas doce obras en una sala mal preparada de apenas unos 10 metros cuadrados y 3 de ellas me parecieron lo mejor que he visto en arte contemporáneo últimamente. Elefantes y pájaros de plastilina escalando un rallador de queso, una Alicia dentro de una taza frente a un espejo que devolvía su reflejo plateado, un gato negro con gafas blancas frente a un gato blanco con gafas negras, separados por un cristal, sonriendo, como figuras en un tablero de ajedrez.
            Salí de esa sala, y seguí recorriendo otras, y vi obras de adultos, que parecían pensar: -¿Cómo me van a ver desde mi obra? ¿Cuan bello es mi espejo? Y mostraban fotos de ellos con su nombre y fecha de nacimiento, para que pudieras trazar una flecha que une cara y obra.
           Los baños de la Saatchi estaban limpios y apenas olían a pís. El jabón líquido era barato, porque hacía poca espuma al frotar. Al salir atardecía.
            Y en el bús, de regreso a casa, me acordaba de el espejo de Alicia, que dibujaba su silueta con papel de aluminio. Ella, dentro de su taza, sonreía.

Luís.

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